Dolors, nacida a la luz del Mediterráneo, en ese ámbito de esplendores queda para siempre incardinado su primer paraíso, cuya incidencia luminosa es patente en su poesía, desarrollada en decenas de libros galardonados con importantes premios y en una constante presencia de su vitalidad creadora en múltiples foros donde su palabra se manifiesta en toda su brillantez, demostrando, como diría Alejandra Pizarnik, que  ...estaba predestinada a nombrar las cosas con nombres especiales, y enseñando, como también dice la poeta argentina, desde esa luz interior, La magistral sapiencia de lo oscuro.
Para Dolors Alberola, la oscuridad significa lo mismo que la duda, lo mismo que el mirar y no ver, lo mismo que el no saber dónde se halla cada cosa en la existencia. Pero también se trata de convertirla en luz, de hacer que los opuestos bailen juntos. Y como diría Andrés Sánchez Robayna: ... Donde la oscuridad/ te dice, /palabra, /aún dices luz.
Y eso es lo que hace en este poemario, conjugar, confrontar, enfrentar el mundo y todo cuanto significa de experiencia y fragilidad, y con la palabra, y hacerlos chocar como dos esquirlas de pedernal hasta producir las chispas del fuego poético.
En ese enfrentamiento, que no es sino la manifestación de la angustia creativa que subyace en el interior del yo poético, tiene un claro protagonismo la memoria, amoldada en sus parámetros de espacio y tiempo, y especialmente la infancia, un tiempo de luz que la propia poeta reivindica: El que no permanece en su primer paraíso, no sabe lo hermoso que es mantenerlo vivo.
Dice Domingo Faílde que  Sobre la oscuridad” es un discurso lírico, monólogo interior en ocasiones y a veces diálogo cósmico, a través del cual explora la poeta esa zona oscura de la dialéctica que constituye la contradicción, el ámbito de la antítesis, buscando en él su cupo de belleza y un rumbo hacia la luz.
Hacia ese derrotero de la luz y la verdad Dolors combate contra las grandes tempestades que surgen en los mares interiores, en una valiente empresa en la que, como dice Juana Castro en su magnífico prólogo: ...para escribir versos verdaderos hay que cortar la sangre, quemarse vivo y amasar la noche y entablar diálogos con otros que emergen de otra oscuridad…
En esta obra hay una voz que viene no del tiempo ni de la sangre, solamente, viene del ámbito donde no hace sino repetir el eco silencioso de un ritmo mágico, de una salmodia que se oye en el vacío del corazón del hombre:
Debajo del sonido, la oscuridad/ el silencio, la nada…
Y esa oscuridad se manifiesta para la poeta en una especie de "juegos de espejos delante de la noche... para con ellos encontrar la senda creativa, por ello dirá:
Quiero la oscuridad / que ilumina el desierto de lo fértil...
Hay en este rico mundo interior una latente presencia de un mundo que la memoria se encarga de reafirmar:
Era la rosa azul del tacto, el imprevisto toque de la luz...,
mundo en el que es protagonista:
Ella, la que camina desde fuera de sí, salta un rato a la comba de su memoria...
Y en ese salto en el tiempo, se ve en el espejo:
una niña se busca/busca verse a sí misma ante el espejo...
Y esa niña desde un oscuro precipicio se manifiesta con su voz poética:
Hay una niña/que me llama...
mientras que la memoria la describe :
...llevaba en sus muletas dibujados/ campos llenos de sol, cardos abriéndose/ y un muñeco de trapo colgado de los ojos...
Aunque tanto recuerdo sea a veces doloroso:
...beber de un tajo la cicuta de tanta sombra espesa en la memoria...
Pero en el contexto del poemario se distingue sobre todo el reflejo de la lucha entre la luz y la sombra en la presencia de dos enemigas: la muerte y la palabra:
Van tan juntas / que no sé distinguir la una de la otra.
Una íntima confrontación en la que pide
¿Dónde está la palabra que aniquila la muerte?
Se preguntará para llegar en la incertidumbre a decir:
No sé cuál de las dos quiere ganarme el pulso.
Aunque en esa lucha logrará coger una palabra hasta deshilachar eso que nunca diceen la noble tarea del poema, en su profundidad de claros hontanares.
De esa dualidad muerte-palabra, dice Domingo F. Faílde: La palabra, en el viaje iniciático que Dolors Alberola emprende en cada libro, es también la segunda realidad del poeta, una especie de sombra o imagen en negativo, que la acompaña desde pequeña, como contrario fundamental de la muerte.
No podemos eludir, al hablar del poema, la presencia del símbolo en este poemario.
En el centro de mí se inauguraba el símbolo,
dirá:
En el centro del mundo un capitel… Hay un espino seco y violetas tiradas por el suelo, una losa que pesa encima del deseo y de las alas.
Consta el poemario de dos partes, apenas diferenciadas en el orden numérico, ya que el contenido se mantiene único, sin matices, consistentemente coherente con las características formales de la poesía de Dolors: poemas breves, versículos ligeros y poemas en prosa, aunque si se aproxima uno a su contenido se aprecia que en la segunda parte existe como una depuración estilística, una aproximación a la síntesis y una penetración onírica en el mundo, más acentuada que en la primera parte.
Es tan denso este poemario que su presentación requeriría un descenso más exhaustivo a sus profundidades en tarea de espeleología y minuciosidad de arqueólogo, porque como un rico diamante en sus innumerables caras brilla una poesía auténtica y desbordante que exigirían un tiempo y una tinta inacabables.


© Francisco Basallote
     Sevilla, 14.01.12.-